sábado, 1 de junio de 2013

Crónica de un Huerto 2: Protagonistas del Huerto Social

La primera cosa que debemos recalcar aquí es que este no es un huerto al uso en el que un par de personas, como mucho, trabajan incansables y hacen las cosas a su manera. Este huerto ya es conocido universalmente como "el huerto social". Es un huerto en el que todo el mundo que lo desee puede participar y en el que los consejos expertos son siempre bien acogidos. Los no expertos a veces también. Ahora pasaré a presentar a los hortelanos más activos de la comunidad. Siento las ausencias. Intentaré enmendarme a medida que pase el verano. 


Aquí tenemos a "el papa", hortelano jefe y potenciador primigenio de toda esta idea de tener un huerto. Es el iniciador de todos los impulsos huertiles y motivador incuestionable de los hortelanos colaboradores. Le encanta dormir la siesta después de los esfuerzos mañaneros y medir la distancia entre los surcos con su metro de 25 metros porque, según afirma,  es mejor que sobre que no que falte.


Por indudable nivel de jerarquía, la siguente en ser presentada debe ser la santa esposa del hortelano jefe que por tanto podríamos pasar a denominar como "la mama". Muchos afirman que el nivel de competencias de "el papa" está claramente magnificado porque ella está en las sombras llevando los pantalones de la casa y de la huerta, aunque todo esto está aún por demostrar. Lo que es seguro es que ella tiene grandes dotes de gestión y de toma de decisiones. Le encanta plantar petunias y dar órdenes...


Patrick ha sido conocido por muchos nombres en el contexto del huerto y todos ellos inciden en su gran potencia con el garrancho y su incansable ímpetu trabajador que no se ve menguado ni por el calor ni por las muchas piedras. Así podemos escuchar a la gente referirse a él como "rotavator", " cañero" o "bulldozer". Es el miembro más exótico de nuestra comunidad con su barba pelirroja procedente de su mitad irlandesa y nunca se le ocurre salir sin su gorrito para evitar quemones indeseables en zonas incómodas.


Aquí tenemos a Fernando, el filósofo del equipo que, aunque tuvo un comienzo brillante como pedrero, en los últimos tiempos ha perdido un poco de gas. Sus contribuciones a la huerta han sido limitadas debido a las grandes exigencias de sus estudios pero no dudamos que su importante labor como pensador dará sus frutos un día de estos. En cualquier caso, todavía le queda verano para redimir sus ausencias. Le encanta poner poses interesantes, jugar al ajedrez, fumar tabaco de liar y comer chuletones más grandes que él.



 Aquí tenemos a Julia, también conocida como la chica de las lilas o nuestra Julia. Este sobrenombre se debe a que le encantan las lilas y ha sido hacedora y motivadora de la plantación de tres lilos en el borde de la huerta. Julia es una chica muy dulce y que nunca tiene reparos en ponerse manos a la tierra para cavar, plantar o lo que se tercie. Le gustan las cosas bonitas, los niños, los comistrajos ricos, mojar sopas en caldos varios y ver crecer cosas verdes (si tienen flores, mejor que mejor).


Aquí tenemos a Toñi, una de las hortelanas más activas y la que ha tenido un gran impulso hacia la limpia de gorrones del terreno que, como veremos en próximas entregas, no es tarea nada fácil. A un leve silbidito siempre está dispuesta a ayudar. Tiene también una gran virtud y es su estupendo sentido del humor con el que el trabajo parece menos trabajo.


Este es Adrián, nuestro director de cine particular que, en los descansos entre toma y toma, se dedica a colaborar en el huerto. ¿Quién sabe? A lo mejor algún día de estos se anima y nos hace algún rodaje con el huerto social como telón de fondo.

No podía faltar en el reparto la hortelana más joven de todas, nuestra benjamina Carolina. Una de sus máximas aspiraciones es encontrar divertimento y esta foto da buena muestra de su ímpetu. 


Aquí estoy yo que, como siempre soy yo la que hace las fotos, nunca aparezco en ninguna de ellas. Mis labores fundamentales son las de reportera, fotografa (así, sin tilde), recadera y, en general, chica para todo.


Y por último, pero no por ello menos importante, la abuela Eduarda, que debido a sus largos años de experiencia y a ser poseedora de una sabiduría popular de valor incalculable, es nuestra consejera más estimada.

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