lunes, 17 de junio de 2013

Crónica de un huerto 7: En los huertos no hay vacaciones...

Las consecuencias irreparables de unas vacaciones de algo más de una semana son terribles en el contexto de un huerto. Si ya de por sí iba algo retrasada contando esta crónica, lo de ahora ya es un escándalo. Y es que en un huerto no hay vacaciones que valgan. Las plantas no esperan. No puedo hacer mucho, salvo intentar redimirme con una crónica acelerada de las últimas semanas. 


Después del abrimiento de zanja y removimiento de tierra, cuyo esfuerzo queda convenientemente ilustrado con la fotografía anterior, se procedió a la plantación de vegetales y hortalizas. Para mí, está es la parte más emocionante del proceso, después de recolectar y de zampar lo recolectado. En esta tarea participó un gran contigente de hortelanos como se puede apreciar en las fotografías. No hay nada como el trabajo en equipo. 


La compenetración es inaudita. Uno abre el agujero, la otra pone la semilla, el de más acá riega para que la cosa florezca mientras la de más allá quita unos cantitos para poder ir avanzando... Yo estoy sin palabras. Carolina vigila, no vaya a ser que la lien en un descuido. Sin ella seguro que alguno se habría ido de madre.


La que también vigila es la abuela. Viene de tanto en tanto a controlar que todo esté en orden y nos da buenos cosejos para que la cosa vaya a buen puerto. Seguro que en esa foto estaba diciendo algo así como: "¡Tú mételo bien! ¡Hasta el cogote!". Ella es defensora de plantar las plantas con el tallo muy profundo para que no se les "tuerza el pico". Y palabra de abuela va a misa, ya sabéis. 


Eso sí, hemos decidido dejar los surcos de la abuela exclusivamente para las patatas porque la modernidad también trae alguna que otra cosa buena. La huerta de los cantos estará regada en exclusiva con el riego por goteo porque el hortelano jefe dijo que aquello de esforzarse para regar se va a acabar. Así pues, ahí le tenemos organizando todo lo necesario para montar el bendito invento que nos ahorrará agua y un montón de curro.

Véase que la separación entre planta y planta está rigurosamente medida por la mega cinta métrica favorita de este lugar. Las cosas bien hechas, bien parecen. 


Después de un duro día de trabajo no hay nada como una buena barbacoita disfrutada en buena compañía bajo la sombra del laurel. Así, el trabajo se hace muchísimo más agradable y el estómago lo agradece.

Y así quedó nuestra huerta, descansando al solecito rico del verano que llega para ver crecer sus plantas y nuestra expectación a medida que vemos salir los brotes verdes.



3 comentarios:

  1. Por fin! ganas tenia ya de ver la próxima entrada del huerto. Por cierto, he estado pensando un nombre para el nuevo hortelano que nos vigila el huerto de las agresiones plumíferas, pero te lo diré por privado para no hacer spoiler xD.

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  2. PD: En la primera foto muy, lo que se dice de "interesante" no es mi pose eeeh. :P

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  3. Yo también he pensado en uno, jejeje. Luego te lo digo por privado también y me dices que opinas al respecto. Podemos abrir una votación para ver cuál es el nombre más adecuado!

    En la foto estás la mar de expresivo Fer. Escenificas fenomenal el esfuerzo hortelano...

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