jueves, 30 de mayo de 2013

Patios toledanos


Toledo se viste de semana grande y los toledanos abren las puertas de sus casas y nos muestran parte de sus tesoros interiores. Este es uno de mis preferidos por ese chorro de luz que da vida a las plantas colgando de los balcones. Pero no es el único que merece mención. 


Algunos de los detalles con los que se decoran los patios fueron encontrados desmontados en la basura, como este espejo que, bien mirado, mucho puede recordarnos a una custodia.

Me encantó también la casa que seguramente ya sea conocida por la mayoría por la casa del caballo. Pero no solo me gustó por lo pintoresco de un caballito de madera azul en un rincón, sino por el cuidado con el que se había colocado todos los detalles incluyendo la piedra del molino, las velas en los candiles y esas pinturas que hizo la dueña y que para muchos pasaron por trípticos antiguos.
 

Y, sin duda alguna, una de las más impresionantes fue la casa del barrio de San Miguel. Se encuentra lejos de los grupos concentrados de patios y para llegar desde San Justo es necesario subir una gran cuesta que deja a uno sin aliento. Pero bien merece la pena subir la cuesta.



miércoles, 29 de mayo de 2013

Crónica de un huerto 1: Introducción


Este es el comienzo de una pequeña gran historia y, como no podía ser de otro modo, tenemos que comenzar por situarla en el tiempo y en el espacio. No hace mucho tiempo de esto, como en los cuentos tradicionales, sino que está sucediendo ahora, con el comienzo del verano e irá sucediendo a medida que avancen los días. El lugar es en un rinconcito de un pueblo muy coqueto de Toledo llamado San Pablo de los Montes. A mí me gusta decir que es mi pueblo porque es el origen de mi madre pero debo reconocer que, sin mencionar a la hija mayor de Miguel "el Tripón", soy considerada una completa forastera.
 

 El pueblo se asienta en las faldas de La Morra y viene siendo uno de los símbolos más significativos del lugar. Y supongo que no es para menos ya que en ella se apareció la Virgen, milagro que según la tradición da sentido a la existencia del pueblo entero. La Ermita también está aquí y bajo ella corre la Fuente Santa, fresca agua de la que uno puede disfrutar siempre que no haya sequía y lugar en el que se apareció la Virgen a un tal Magdaleno que solía pastorear por el lugar allá por el siglo XIII. 



El convento en ruinas es otro de los grandes hitos del pueblo. Algunos dicen que San Pablo toma su nombre de la devoción de los agustinos por este santo y, desde un punto de vista algo más material, el convento también dio al pueblo su misma piedra que fue usada para reformar la actual iglesia. Esto de reutilizar no viene de ahora con eso de las tres erres. El convento ahora está en manos privadas y, a no ser que uno conozca al dueño o tenga el morro suficiente de saltarse el muro y adentrarse en tierras ajenas, no se puede visitar. Como era de esperar, nadie vive ya en él, pero sí se encuentra frecuentado por un simpático rebaño de ovejas.

Estas no son más que algunas pinceladas que tratan de describir torpemente el pueblo en el que transcurrirá nuestra historia. La historia de una familia y de su huerto con sus peripecias y trabajos de los que esperamos que alguien, además de nosotros mismos, disfrute.

lunes, 27 de mayo de 2013

Lavanda


Ya se pasó el tiempo de las campanitas amarillas a los lados del camino y de su dulce néctar. Ahora el paisaje está pintado del color morado de la lavanda. Huele a fresco en los campos, a primavera y a nostalgia.

Mi abuelo


Los chaparrones caen estos días sin cesar en los corazones de todos los que te queríamos. Y como somos muchos, podríamos decir que no para de llover. Lloramos porque no podremos volver a verte ni a reirnos contigo y es que, perder de vista a una persona tan genial como tú eras, es perder mucho. 

Yo te quiero recordar riendo. Te recordaré también en los pequeños detalles con los que un día me hiciste feliz. Recordaré el calorcito cuando dormía contigo y con la abuela en invierno y la forma con la que cogías mis pies entre tus piernas para que no estuviesen fríos; los paseos por el campo y ese cachito de chorizo con pan que sabía a gloria; tu manía de asustarnos con los alicates cada vez que teníamos un diente de leche; el cielo estrellado de las noches de verano tumbados sobre una manta antes de que la abuela nos regañase para que no durmiésemos contigo a la intemperie; el modo en el que jugabas con la dentadura para hacernos reir; las campanitas de la viña y, sobretodo, tus historias y tu cariño.

Te echo de menos y lloro pero me siento contenta por ti. Has tenido una vida larga y plena dentro de su sencillez por la que muchos podemos envidiarte y de la que todos deberíamos aprender una buena lección. 

Descansa en paz, abuelo, y, si hay cielo, guárdanos un lugar calentito a tu lado para cuando nos toque el turno.




domingo, 19 de mayo de 2013

Mis begoñas


La primavera hace florecer mi jardín interior. La luz invade el salón y anima a las flores a despertar de su frío sueño invernal. Yo, como ellas, también quiero salir fuera y desperezarme al sol.

martes, 7 de mayo de 2013

Caracol, col, col


¡Saca los cuernos al sol! Eso quería yo decirles a todos los caracoles que me he encontrado en mi paseo junto al río Tajo. ¡Había muchos! Con tanta lluvia habrán vivido felices aunque ahora se esconden en su casa para huir del calor. Y es que a los pobres se les ha terminado la fiesta.

sábado, 4 de mayo de 2013

Grape expectations


Una amiga me ha donado un libro que se llama "Grape expectations". Literariamente, nada tiene que ver con la obra de Dickens en la que se inspira el título pero me está pareciendo fascinante. Cuenta la historia de una familia inglesa que vende su casa y se embarca en un viaje para cumplir su sueño de vivir en un viñedo francés y abandonar la vida delirante de la ciudad. Yo tengo un sueño parecido y por eso me gusta leer las peripecias de una familia que ha tenido éxito.

Esta foto es la entrada a la viña de mi abuelo. Hace mucho que nadie viene aquí a vendimiar aquí. Dicen que mi abuelo hacía el vino más rico de todo el pueblo. Todo el mundo quería comprárselo pero él se negaba en redondo y decía que ese vino no estaba en venta. Mi padre me dijo el otro día que le pesaba mucho no poder volver a probarlo y a mí me pesa no haberlo hecho nunca porque para cuando a mí me estaba permitido beber vino ya hacía mucho que él no estaba para esos trotes. 

Ahora está muy malito y yo siento no haber aprendido más de él. Mi abuelo es un hombre sabio a pesar de que jamás le vi leyendo cosa alguna. Él sabe del campo y de sus maneras, de las pasiones humanas, de la historia cruda del hambre y la guerra, de los animales, de canciones antiguas aprendidas de memoria y de cómo hacer reir a todo el mundo en todas partes.