domingo, 2 de junio de 2013

Crónica de un Huerto 3: El patatal

Después de las indicaciones imprescindibles de tiempo y de lugar y de la presentación de los personajes de nuestra historia, va llegando el momento de visitar el huerto en cuestión. La primera clarificación que debemos hacer es que el huerto no es muy grande pero, aún así, tiene zonas bien diferenciadas. La primera zona en la que hemos trabajado es el patatal, un espacio dedicado con mucho cariño al medio irlandés de nuestra familia debido a su insistencia en la necesidad de que tuviésemos patatas.


Las primeras cosas son primero así que antes de plantar nada fue necesario proceder al arado del terreno que, como tampoco es muy grande, no tomó mucho tiempo. Aunque, claro, con esa maquinita bien se puede correr. Como lo tuviéramos que hacer nosotros a mano otro gallo iba a cantar. Nótese en la fotografía la presencia del hortelano jefe supervisando las labores con sus manos convenientemente metidas en los bolsillos.


Véase aquí una fotografía más de cerca de la máquina remueve tierra a la que muchos animales en un pasado no tan pasado hubiésen tenido una envidia terrible.


Y, claro, como el tema de las patatas es uno duro la tarea tenía que ser encomendada a nuestro rotavator y al hortelano jefe que, su sombrerito puesto y su piel blanquita expuesta al sol, fueron los que más curraron. Durante toda la mañana ya no hubo más manos metidas en los bolsillos. 


Nuestra consejera experta nos informó de que las patatas no piden basura ni que se las riegue en las primeras semanas por lo que el trabajo consistió en abrir los surcos, cavar un hollito, meter una patata, y a tapar. 


Parece un proceso fácil pero debemos indicar en este punto que, por muy sencilla que parezca la tarea, siempre es posible equivocarse. Pero con ánimos de corregir los errores pasados y tener las cosas bien calculaditas, el hortelano jefe sacó el metro para que los surcos tuviesen la misma distancia unos de otros y que no se salieran las cosas de madre. Es un sistema que a muchos del pueblo les hubiese hecho reir a pecho partido pero, oye, las cosas bien hechas, bien parecen.


"Así trabajaron, así, así. Así trabajaron, así, así. Así trabajarón, así, así. Así lo hicieron que yo les vi."

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