domingo, 1 de septiembre de 2013

Père Lachaise

Père Lachaise, la otra ciudad de Paris, la ciudad de los muertos, donde se rinde homenaje a los grandes y a los no tan grandes y donde muchos también quedan olvidados... las puertas de sus sepulcros rotas y los reclinatorios carcomidos e invadidos por las arañas. El paso del tiempo tiene estas cosas.

Pero en la foto vemos un personaje del que no se exhibe nada en el Louvre y que, a pesar de haber fallecido en el siglo XIX, sigue teniendo montones de flores frescas rodeando su tumba. Y aquí fue donde comprendí que las historias más extrañas pueden suceder en un cementerio. 

Imagínense: una mujer muy, muy mayor llora frente a su tumba. Casi no puede andar pero, por muy mayor que sea, la lógica y las matemáticas nos dicen que nunca pudo llegar a conocerle. Aún así llora. Ronda desorientada. Va y vuelve de nuevo a la tumba. Ya por fin, acepta la despedida y desaparece en el interior de uno de esos sepulcros que parecen iglesias góticas en miniatura. La puerta oxidada rechina al abrirse y sale con sus bultos tamibién viejos del sepulcro prestado. Una última mirada y marcha. 

Estamos frente a Allan Kardec, sistematizador del espiritismo.

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