Son unos bichejos infestos,
atraen enfermedades, se cagan en los monumentos y sus defecaciones nauseabundas
destruyen incluso la pintura de los coches. Eso para no hablar de cuando están
con el culo en pompa en los aleros de los tejados y apuntan a los viandantes
produciendo un asco infinito en turistas y locales. Son las ratas del aire y,
sin duda ninguna, deberían ser eliminadas como otras muchas alimañas sin dueño
conocido.
Pero yo el caso es que sigo
disfrutando cuando las oigo aletear sobre los tejados y cuando las veo
acurrucadas en los huecos de los edificios o, como esta, huyendo de la lluvia en el interior de un
arco de herradura. Y se me antoja pensar que la ciudad es tan suya como
nuestra, pues en ella viven.
Ahrgh... those annoying little critters!
ResponderEliminarI love that corner where you took that pic. The building with that magnificent palm tree in front looks so good :-)